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Viernes, 10 de agosto de 2012 
Discurso del Subsecretario Fernando Schmidt
Política exterior y regiones
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Vocativos,

Agradezco la invitación a compartir con ustedes este momento. Vamos a abordar un tema muy importante, cómo se expresa la política exterior en relación con las regiones del país.

Chile es un país soberano, con un Estado central dirigido por quienes la ciudadanía ha elegido en elecciones libres, secretas e informadas. La división del país en regiones tiene efectos administrativos y define cupos senatoriales, pero está muy lejos del federalismo de países como Brasil o Estados Unidos.

Es que nosotros tenemos una tradición de centralismo. Todos los ministerios -salvo: el Congreso, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la Subsecretaría de Pesca- están en Santiago. El presidencialismo de la Constitución y las leyes que nos rigen contribuye a reforzar esa sensación de que todas las decisiones importantes se toman la capital.

Sin embargo, hay un alto porcentaje de cada presupuesto regional que lo decide el intendente y su gabinete de Seremis. Así, han ganado protagonismo y un cierto grado de autonomía quienes mejor conocen su propio territorio, pero la política exterior ha seguido concentrada fundamentalmente en las capitales de nuestra América Latina.

Sin embargo, el mundo ha ido cambiando aceleradamente y lo que corresponde hacer es usar las herramientas de que disponemos para potenciar a las regiones en cada instancia de gobierno.

Los principios de la política exterior de Chile son claros y cruzan transversalmente el espectro político; con los cambios de gobierno, y quizá especialmente con éste, hay cambios de acentuaciones, hay emprendimientos nuevos, hay decisiones estratégicas distintas, pero no varían los principios: respeto al Derecho Internacional, preservación de la integridad territorial, promoción de la democracia y los derechos humanos, asumir nuestra responsabilidad de cooperación.

Pero estos principios, por supuesto, dejan un amplio margen para que cada gobierno ejerza su punto de vista, su mirada sobre las políticas públicas y su estilo particular de ejecución.

Una mirada histórica

En esta línea, quiero recordar que hasta las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, había un contacto mucho más fluido y expedito entre las regiones fronterizas. Tacna y Arica forman prácticamente un conurbano que, sin embargo, parece hoy más lejano que ayer. Igualmente, en esos años, la relación de Iquique con Oruro era también muy importante a pesar del incipiente desarrollo de la locomoción. Cómo no recordar también el contacto y la integración de Punta Arenas con Río Gallegos.

Creo que, de la mano de las iniciativas de integración que recorren las instancias multilaterales latinoamericanas, las regiones tienen que recuperar su protagonismo como actores esenciales de la política vecinal. Las relaciones entre las ciudades que he nombrado tienen una importancia y una extensión que las supera largamente. Todo el extremo norte de Chile puede vincularse mejor con todo el sur del Perú a través del nexo tan cercano entre Tacna y Arica. La ciudad peruana, a su vez, tiene mucha importancia para el centro político y administrativo de su país.

Del mismo modo, nuestras relaciones vecinales con Bolivia mejorarían, sin duda, si, como antes, el contacto entre Iquique y Oruro, Antofagasta y Potosí, fuera más expedito, abierto y frecuente. Para el actual gobierno boliviano, Oruro o Potosí son piezas centrales en su esquema de gobierno y proveen de importantes actores a la política nacional.

Por último, Magallanes, pero también Biobío, Los Lagos o Coquimbo podrían aprovechar mucho mejor su extensa frontera con Argentina si se recuperara el estado de integración que existía hace décadas. Nos hemos acercado mucho como países, tenemos comités de integración en las regiones, pero sin duda que sería bienvenido un mayor protagonismo transversal. Por eso hemos establecido el diálogo entre Intendentes chilenos y Gobernadores argentinos como parte del proceso de integración con aquel país.

Las regiones pueden y deben ser primeros actores en las relaciones vecinales. En su escala, con sus medios y posibilidades, pueden ser mucho más efectivas que los grandes planes y las elocuentes declaraciones que tanto nos gustan. Es necesario el trabajo en terreno, concreto, tangible y bien dirigido, para mejorar de manera significativa nuestra relación con los países más cercanos y por lo tanto, los más importantes, para la política exterior de Chile.

Este es el desafío para Valparaíso, Talca, La Serena o Copiapó. Es más, muchas veces nos encontramos con una realidad política sorprendente: el peso de determinados líderes regionales en países vecinos en la articulación de la política nacional en sus capitales. Es decir, tenemos que formularnos la siguiente pregunta: ¿cuánto podemos maximizar nuestra política exterior a través de una relación interregional inteligente, vertebradora de nuevas sinergias, proveedora de un mayor contacto social y cultural?

El desafío económico

Pensemos ahora por un momento en una realidad con la que todos nos familiarizamos desde la escuela o el colegio. Chile es un país largo, angosto y diverso, y, como lógica consecuencia, sus recursos naturales y los derivados de las manufacturas son muy distintos a lo largo del territorio nacional; y hay desarrollos industriales, portuarios y aeroportuarios que sirven específicamente a la extracción, elaboración y exportación de esos recursos. Quizá deberíamos poner un énfasis mayor aún en aquello, pero, como es natural, se trata aquí de la articulación de esfuerzos y recursos entre el sector público y el sector privado.

Uno de los énfasis propios de este Gobierno ha sido precisamente la voluntad de potenciar la capacidad exportadora de las regiones y la promoción más decidida de su inserción como tales en el mundo globalizado, a través de los acuerdos de libre comercio, de acuerdos bilaterales con otras regiones o con provincias de otros países del mundo.

Conscientes de este desafío, ProChile ha abierto oficinas en todas las regiones del país con este propósito y cuenta con una red externa de más de 50 oficinas de promoción de exportaciones en el mundo. Hemos sido exitosos porque las exportaciones de las regiones crecieron el año pasado, pero los esfuerzos que tenemos por delante aún son importantes.

DICORE

Por ello, creamos, en la Subsecretaría, la Dirección de Coordinación Regional, DICORE, dependiente de la Dirección General de Política Exterior. Su objetivo principal es apoyar y coordinar a las regiones y municipios de Chile en la realización de sus proyectos e iniciativas en el ámbito regional. Esta nueva dirección facilita y promueve la vinculación de los gobiernos locales y regionales con todas las direcciones del Ministerio de Relaciones Exteriores y con la amplia red de embajadas, misiones y consulados que mantenemos en el exterior. Chile tiene relaciones diplomáticas con 179 países; Embajadas permanentes en 68 países y concurrencias en 50. Además, contamos con 42 Consulados Generales, 58 Secciones Consulares, 7 Consulados Particulares y 53 Consulados Honorarios autorizados.

Es decir, esta extensa red está al servicio y debe ser usada por todos los municipios y regiones del país.

Pero esto no basta. Creemos que es necesario un criterio integrado que haga posible la mejor comprensión de la Cancillería, de la política exterior y del instrumento de ella, que es la diplomacia. En las regiones se comprende poco lo que hacemos, y somos una institución que proyecta una imagen ensimismada, cerrada, un tanto hermética. Esto no debe seguir siendo así.

Por ello, al alero de este gran objetivo, la Dirección de Coordinación Regional se dedica a las siguientes actividades:

Difundir la política exterior en el ámbito regional.


Capacitar a los gobiernos regionales en todas las materias internacionales que permitan aumentar la cooperación internacional, la integración con regiones o provincias fronterizas, generación de proyectos y acciones vecinales. Para ello organiza conferencias, seminarios informativos para autoridades, funcionarios y académicos que se desempeñan en regiones.


Servir de nexo entre los gobiernos regionales y autoridades o contrapartes extranjeras para llevar a cabo distintos proyectos o iniciativas en el exterior.


Apoyar y orientar a las regiones respecto de los convenios y acuerdos que celebren con otros gobiernos regionales, provinciales o federales, universidades, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales.


Coordinar y colaborar con las delegaciones de empresarios regionales que salen en la búsqueda o cierran negocios en el exterior, firma de acuerdos, convenios, protocolos, etc., procurando formar parte de las delegaciones cuando es necesario y requerido.

Y desde luego, como gobierno estamos comprometidos con la creación de condiciones que hagan posible un desarrollo regional equilibrado, mediante el reforzamiento de las capacidades disponibles en cada zona para insertarse en el mundo globalizado. De este modo, todos los gobiernos regionales disponen de una Unidad Regional de Asuntos Internacionales, que sirven como instancias de organización, promoción y gestión de las actividades de cada región en el exterior, en obvia cooperación con la Dirección mencionada.

Esto es lo que hemos dispuesto en el plano organizacional. Cuánta vida y cuánta energía tengan estas nuevas instancias dependerá, como es natural, de las personas que las tomen a su cargo. Pero ya hemos visto resultados palpables que denotan una mejor coordinación entre las regiones y nuestro Ministerio.

Esta Dirección efectuó: 10 acciones el 2010, 8 el 2011 y 14 están proyectadas para este año.

Lo local

Finalmente, quisiera ahondar en otro tema que se complementa con los anteriores. La globalización se ha producido en todos los planos: en la economía, en la cultura, en la política, en el intercambio comercial. Todo ello ha significado un doble conjunto de oportunidades. Desde el ángulo de los países exportadores, como Chile, la apertura comercial ha sido un potente motor del crecimiento económico; y desde el ángulo de los países importadores, ha significado enriquecer una oferta variada y amplia de bienes y servicios a sus ciudadanos. En una palabra, nos hemos enriquecido doblemente, tanto como fruto de la colocación de nuestros productos en mercados externos, como en la mejor calidad de vida que implica el acceso a bienes y servicios originados en otros lugares del planeta.

Como consecuencia de todo ello, se ha producido una nueva valoración de lo local. Puede parecer paradojal este efecto: mientras películas y series de televisión, por ejemplo, tienen estrenos simultáneos en distintos países, los ciudadanos tienden a valorar, en otro plano, aquello que no solo caracteriza a un país, sino también a la zona concreta donde ese bien se produjo. Así, por ejemplo, la denominación de origen para el vino. No basta señalar que es producto chileno, sino mencionar el valle al que pertenecen los viñedos.

Las artesanías, los productos naturales, representan nichos de negocio que corren parejos con esta nueva valoración de lo local. De este modo, regiones y municipios pueden ir constituyendo una identidad frente al mundo, como parte de la comunidad chilena, por cierto, pero con un perfil que los distingue de manera particular.

En este sentido, también esperamos potenciar el desarrollo cultural junto a los emprendimientos de las pequeñas y medianas empresas. Las exportaciones aún se sostienen mayoritariamente en un pequeño grupo de productos -cobre y otros minerales, celulosa, salmón-, pero también vemos que la industria agroalimentaria aprovecha muy bien el rico potencial del valle central de Chile y quiere expandir aún más sus actividades.

Por eso, la Fundación Imagen País, dependiente de nuestro Ministerio, ha acuñado el concepto "Chile hace bien" como eje estratégico del posicionamiento internacional de Chile.

Chile Hace Bien expresa el esfuerzo de todos los chilenos que ponen el hombro diariamente para que sigamos avanzando como nación. Entre estos conceptos, está el reconocimiento a las bondades de nuestra geografía singular, excepcionalmente bella y variada, el reconocimiento del país por su tierra y su mar; por sus enormes reservas de minerales; por sus frutas y vinos Premium; por sus pescados y mariscos; por su territorio virgen, los fiordos del sur, la selva fría, el desierto más seco del mundo, sus termas y montañas nevadas, el reconocimiento de Chile por sus pueblos originarios, poetas, escritores, pintores, actores, cineastas y artistas, y todo esto está plasmado en gran medida en nuestra realidad regional.

Vemos, pues, un futuro promisorio en esta área. Con los esfuerzos conjuntos del Estado y del sector privado, pero sobretodo con la imaginación que cada región dispone para insertarse en el mundo usando los instrumentos de nuestro Ministerio, sin renunciar a su propio perfil, veremos un país distinto en pocos años más y una política exterior de Chile más enriquecida.


Muchas gracias.

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